Admiro a la gente que se atreve a soñar.
Admiro a los que compran algo por gusto sin un fin
práctico o útil.
Admiro a los que interrumpen su cotidiana vida con el
placer de hacer algo diferente.
Admiro a los que juegan el partido hasta el final, con
esperanza de triunfo, aunque sea imposible ganar.
Admiro a los que no temen al cambio e intentan todo,
porque saben que existe una vida y es esta: “la que el tiempo funda el espacio”.
Admiro a los que con el
sudor de la frente se ganan el pan de cada día y no pierden la fe.
Admiro a los padres que se
atreven, como soldado en batalla, a enfrentar la realidad, para que sus hijos
vivan placenteramente.
Admiro a los que caminan
sobre el agua y no se ahogan en un vaso.
Admiro a los que se ven al
espejo y sonríen.
Admiro que te levantes de la
cama todos los días aunque a veces pienses que es inútil.
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