viernes, 2 de diciembre de 2016

Pablo Quiroga y la mùsica

En los dìas como este, Pablo Quiroga siente q su ciudad se transforma en una carcel a cielo abierto. Las rejas qedan representada, en el lado sur, por la fàbrica de metal; en lado norte, por un puente q sirve para dividir la contiunuaciòn de otra ciudad; en el este, el crecido rìo Paranà; y en el oeste, la nueva terminal de colectiva. Por arriba, lo aprisiona el cielo; y por abajo, lo presiona la tierra. En el centro, se encuentra el perdido, Pablo. Atrapado en su laberinto, como el mìtico minotauro.
En su habitaciòn, recostado en su cama, mirando el techo, se pregunta cuàl podrìa ser  la diferencia de estar en New York, (caminando por el Central Park); en un restaurante de Paris (contemplando la Torre Eiffel); o en un pubs de Londres (tomando una cerveza), si le duele este maldito vacìo en su interior. Tiene la certeza q a donde vaya llevarìa este hueco en el pecho. Y no crean q tiene la posibilidad de salir del paìs. No la tiene. Tampoco tiene la posibilidad de salir de su ciudad, pero lo piensa como una manera de consolarse q el problema no està en la ciudad, o en las ciudades, està en su pecho, dentro suyo.
Para q ese dìa no lo destruya, se dejò convencer (aunqe sea por por un rato) por los argumentos q construyò de una manera perfecta. Tomò su telèfono inteligente, sacò de la mesita de luz los auriculares y comenzò a escuchar un poco de mùsica para olvidarse de su existencia por un momento.
Pablo Quiroga, siempre sintiò q para el ser humano la mùsica era  màs importante q el oxìgeno q respiramos; en los dìas màs optimista, no tenìa dudas q la mùsica era màs importante q la vida misma porq no podrìamos vivir sin esos sonidos extraordinarios. Por eso, en estos dìas grices, intenta llenar ese vacìo con un poco de mùsica.
Poco a poco la mùsica comenzò a reproducirse por sus oìdos. Apereciò una nota  sujestiva de un instrumento. Luego se sumò una voz galante q dice, q habla, q cuenta. Despues se hizo presente un tercer integrante, q esperaba con impaciencia unirse. Poco a poco se dejaba llevar por el rìtmo, el ruido de los intrumento, algunas frases sin sentidos. Aunqe todavìa no lo envolvìa del todo y seguìa sintiendo ese vacìo interno, pensando en su ciudad, en otras ciudades, en el cielo, y en la tierra. Hasta q de repente, comenzò a sentir una sensaciòn extraña, Pablo Quiroga escuchò q se despertò una confluencia de movimientos y sonidos q en ese momento solo podrìa compararse con los jamàs escuchados ritmos de Dios. Sabìa q en algun instante encontrarìa en la mùsica eso q andaba buscando y no encontraba en otra parte. Ahora si se dejaba llevar por la mùsica como pez por el rìo. Pensò q  ni en el cielo existirìan tres integrantes misteriosamentes coordinados q utilizan los intrumentos como un organo de su cuerpo. Escuchò varias veces la misma canciòn atrapado en una gran obseciòn de descubrir el secreto q guardaba y q lo dejaba distraìdo por un rato de su vida. De manera q no parò de escuchar hasta q llegò a la conclusiòn de q quizàs los participantes sabìan dònde hacer una pausa para luego continuar con gran intensidad, cuàndo alijerar el ritmo para llegar al clìmax, cuàndo manter las pulsaciones muy arriba como si fuera un motor a toda velocidad. Ademàs, concluyò, q los intergrantes quizàs tenìan la  plena conciencia de saber cuando tocar suvemente para q exista un mayor goce del sonido, pero sin perder la intensidad con la cual se debe realizar mùsica.
En su habitaciòn, en su cama, Pablo Quiroga se elevaba por encima de la carcel, por encima de su ciudad y del mundo. En ese  peqeño instante, no existìa para èl limitaciones materiales ni mentales. Flotaba en el espacio oscuro con tan solo escuchar un poco de mùsica. En fin, se comenzò a sentirse un poco mejor.

2 comentarios:

  1. "Pablo Quiroga, siempre sintiò q para el ser humano la mùsica era màs importante q el oxìgeno q respiramos..." tual cual

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