lunes, 5 de diciembre de 2016

Pablo Quiroga y el celebrar

Pablo Quiroga, entrò al enorme salòn apresuarado pensando q habìa llegado tarde a la reuniòn. Mirò para todos lados, deteniendose en cada mesa para ver si podìa reconocer a alguien q se encontraba presente. Cada vez se ponìa màs impaciente porqe no los veìa, de manera q resolviò acercarse a la mesa de entrada y preguntar por el apellido de un compañero. Allì, un hombre de camisa blanca y un moño en el cuello le respondiò: -Disculpe, Señor, aquì no hay nadie q haya reservado con ese nombre.
Pablo, mirò con sorpresa al hombre y metiò su mano en el bolsillo de la campera. Sacò una peqeña tarjeta y la mirò detenidamente. Mirò un cartel con el nombre del salòn, mirò la tarjeta, comparò, y no coincidìan. Realizò una sonrisa incòmoda, pidiò disculpas, saliò, y cruzò la calle para llegar al restaurante. Pablo, siempre fue un poco distraìdo.
Cuando ingresò al salòn respirò un aroma a camaderìa y tuvo la certeza de q los encontrarìa de inmediato. Asì fue, cuando mirò para todos lados los viò, de manera q ràpidamente fue al encuentro con el grupo, q ya estaba ubicado en una larga mesa.
Alguien lanzò una broma acerca de la tardanza de Pablo. Èste le pareciò escuchar algo asì como q no lo dejaban venir. Una vez q saludò a todos, contò a la mesa lo q le habìa ocurrido y todos rieron. Hasta Pablo se riò sobre lo q le ocurriò.
Minutos despuès, los mozos llegaban con la comida y el grupo hacìa lugar para q entraran los platos. Las copas estaban servida con cerveza rubia; y flotando en el aire, habìa siempre una conversaciòn continua sobre diferentes temas q siempre finalizaban en un chiste, una carcajada, màs bromas o en un trago largo de cerveza.
Durante la comida, continuaban con las risas y cada vez los chistes eran màs agudos e internos, y graciosos. El tiempo no importaba, pero pasaba ràpido, al mismo ritmo q se vaciaban las botellas de cerveza. Los mozos no dudaban en llevar màs. Las anècdotas innolvidables eran contadas de la misma manera q habìan ocurrido, y misteriosamente, parecìan màs increìbles q antes. No habìa silencio, sino diferentes personas hablando al mismo tiempo donde parecìa q nadie podìa escuchar a nadie y hacìan un ruido innentendible, pero no era asì, porq se percibìa q habìa una comuniciòn interna, como q al pasar el tiempo se construyò un còdigo propio q solo ellos podìan llegar a comprender.
(Dìas despuès, ya en su trabajo, Pablo no recordaba a qièn era q se le habìa caìdo una copa mojando casi la mitad de la mesa. Y tampoco recordaba qièn era q habìa dicho q eso significaba alegrìa, de manera q fue la excusa perfecta para  beber  todavìa màs)
El encuentro continuò, no hubo postre, pero sì una larga sobremesa donde el nivel de conversaciòn se pasò a un estado muy ìntimo. Ya no se escuchaban muchas personas hablando al mismo tiempo y tampoco carcajadas o risas. Los tragos de cerveza se tomaban casi sin hacer ruido porq no vaya a ser cosa q se rompiera esa burbuja ìntima y casi secreta q se habìa creado. No era tristeza, y tampoco melancolìa, era el innevitable transcurrir del tiempo q los hacìa terminar cada conversaciòn con la tìpica frase de resignaciòn q los años te la imponen al lenguaje cotidiano: "Es asì, q le va hacer. Hay cosas peores"
Pasaron las horas, empezaron a retirarse del restaurante, Pablo dijo q no hace falta q transcurra todo un año para volver a juntarse. Hay q hacerlo varias veces al año. Todos asintieron ràpidamente pero se conocìan demasiado, de manera q todos estaban totalmente convencidos, pero sin reprocharse, de q se volverìan a ver dentro de un año, en el mismo lugar, a reirse de las mismas cosas.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Pablo Quiroga y la frivolidad

Pablo Quiroga, estaba miràndose en el espejo del gimnasio despuès de haber terminado los ejercicios rutinarios de pecho, espalda y brazos. Detenidamente, miraba su cuerpo, parte por parte, admirado de los resultados a los cuales habìa llegado despuès de dìas y dìas de entrenamiento intenso.
Despuès de èsto, se sentò en una bicicleta fija con su telèfono inteligente en la mano observando en las redes sociales las publicaciones de sus amigos en Facebook. Deslizò el dedo por el celular, y vio una foto de alguien frente al espejo,pero no se detuvo. Observò unos segundos q un amigo habìa subido una foto de su Lamborghini de blanco reluciente, con una leyenda q decìa "Mi nuevo juguete". Deslizò el dedo otra vez, vio otra vez a alguien frente al espejo sin detenerse  en la imagen, pero sì prestò atenciòn a otra publicaciòn. Èsta era de otro amigo q estaba con varias personas, en un antro donde sirven chapmagne del màs costoso, brindando con las copas alzadas (se podìan observar relojes dorados y suizos) y todos sonriendo. En la leyenda decìa "Con mis hermanos". Siguiò deslizando el dedo hacia arriba y se detuvo en la imagen de una amiga rubia, bronceada, sonriente, q parecìa una modelo de ropa interior de Victoria's Secret. Èlla estaba en una playa de arena blanca, agua cristalina, donde podìa verse el fondo del mar. La leyendo de la imagen decìa "Disfrutando el dìa".
Despuès de un rato, Pablo Quiroga se levantò de la bicicleta fija, porq estaba por irse, y se acercò con su telèfono inteligente al espejo. Apuntò fijamente tratando q la foto q iba a realizar captara  sus pectorales, sus bíceps, tríceps y espalda, q trabajò duramente durante varias semanas. Luego la publicò en su cuenta con la leyenda q decìa: "Todo es posible si lo intentàs."
El dìa de Pablo siguiò en el Club del cual era socio desde muy peqeño. Estaba preparado para estar recostado varias horas sin hacer nada bajo el ardiente sol de primavera. Pasarìa bajo el sol cada segundo sin pensar nada importante, reflexivo, trascendental, interesante, preocupante, angustiante, desafiante, relevador, humilde, revolucionario, diferente, completo, complejo, estresante, indescifrable. Solamente pensarà sobre el tipo de ropa q serìa la adecuada vestir para cuando vaya al antro de moda con sus hermanos por la noche a tomar champagne costoso en copas fràgiles. Pablo, ya se imaginaba hablando sobre los viajes exòticos al caribe, Ibiza, New York, Paris o sobre la zona roja de Àmsterdam. Y cada tanto recordarán los autos lujosos, las casas, las motocicletas, las mujeres de boutique q conqistaron y se reiràn, se reiràn, se reiràn toda la noche.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Pablo Quiroga y la mùsica

En los dìas como este, Pablo Quiroga siente q su ciudad se transforma en una carcel a cielo abierto. Las rejas qedan representada, en el lado sur, por la fàbrica de metal; en lado norte, por un puente q sirve para dividir la contiunuaciòn de otra ciudad; en el este, el crecido rìo Paranà; y en el oeste, la nueva terminal de colectiva. Por arriba, lo aprisiona el cielo; y por abajo, lo presiona la tierra. En el centro, se encuentra el perdido, Pablo. Atrapado en su laberinto, como el mìtico minotauro.
En su habitaciòn, recostado en su cama, mirando el techo, se pregunta cuàl podrìa ser  la diferencia de estar en New York, (caminando por el Central Park); en un restaurante de Paris (contemplando la Torre Eiffel); o en un pubs de Londres (tomando una cerveza), si le duele este maldito vacìo en su interior. Tiene la certeza q a donde vaya llevarìa este hueco en el pecho. Y no crean q tiene la posibilidad de salir del paìs. No la tiene. Tampoco tiene la posibilidad de salir de su ciudad, pero lo piensa como una manera de consolarse q el problema no està en la ciudad, o en las ciudades, està en su pecho, dentro suyo.
Para q ese dìa no lo destruya, se dejò convencer (aunqe sea por por un rato) por los argumentos q construyò de una manera perfecta. Tomò su telèfono inteligente, sacò de la mesita de luz los auriculares y comenzò a escuchar un poco de mùsica para olvidarse de su existencia por un momento.
Pablo Quiroga, siempre sintiò q para el ser humano la mùsica era  màs importante q el oxìgeno q respiramos; en los dìas màs optimista, no tenìa dudas q la mùsica era màs importante q la vida misma porq no podrìamos vivir sin esos sonidos extraordinarios. Por eso, en estos dìas grices, intenta llenar ese vacìo con un poco de mùsica.
Poco a poco la mùsica comenzò a reproducirse por sus oìdos. Apereciò una nota  sujestiva de un instrumento. Luego se sumò una voz galante q dice, q habla, q cuenta. Despues se hizo presente un tercer integrante, q esperaba con impaciencia unirse. Poco a poco se dejaba llevar por el rìtmo, el ruido de los intrumento, algunas frases sin sentidos. Aunqe todavìa no lo envolvìa del todo y seguìa sintiendo ese vacìo interno, pensando en su ciudad, en otras ciudades, en el cielo, y en la tierra. Hasta q de repente, comenzò a sentir una sensaciòn extraña, Pablo Quiroga escuchò q se despertò una confluencia de movimientos y sonidos q en ese momento solo podrìa compararse con los jamàs escuchados ritmos de Dios. Sabìa q en algun instante encontrarìa en la mùsica eso q andaba buscando y no encontraba en otra parte. Ahora si se dejaba llevar por la mùsica como pez por el rìo. Pensò q  ni en el cielo existirìan tres integrantes misteriosamentes coordinados q utilizan los intrumentos como un organo de su cuerpo. Escuchò varias veces la misma canciòn atrapado en una gran obseciòn de descubrir el secreto q guardaba y q lo dejaba distraìdo por un rato de su vida. De manera q no parò de escuchar hasta q llegò a la conclusiòn de q quizàs los participantes sabìan dònde hacer una pausa para luego continuar con gran intensidad, cuàndo alijerar el ritmo para llegar al clìmax, cuàndo manter las pulsaciones muy arriba como si fuera un motor a toda velocidad. Ademàs, concluyò, q los intergrantes quizàs tenìan la  plena conciencia de saber cuando tocar suvemente para q exista un mayor goce del sonido, pero sin perder la intensidad con la cual se debe realizar mùsica.
En su habitaciòn, en su cama, Pablo Quiroga se elevaba por encima de la carcel, por encima de su ciudad y del mundo. En ese  peqeño instante, no existìa para èl limitaciones materiales ni mentales. Flotaba en el espacio oscuro con tan solo escuchar un poco de mùsica. En fin, se comenzò a sentirse un poco mejor.

martes, 29 de noviembre de 2016

Pablo Quiroga, un conocido de mi ciudad.

Conectado lector, le recuerdo, si no leyò los blogs anteriores, q un dìa recordè q tenìa un blog y volvì a escribir acà, ya q es una manera de mantener la mano caliente (en mi caso los dedos porq escribo desde un celular). De manera q esto me ayudarà a practicar mi escritura y tener un contacto màs directos con usted (dije q lo llamarìa asì hasta q entremos en confianza).
Hoy les contarè sobre algo q le ocurriò a Pablo Quiroga hace unos dìas atràs en mi ciudad. Èl estaba en lado oeste de la ciudad, muy cerca del rìo Parana, precisamente en la plaza central de la ciudad, q tiene como nombre Plaza Mitre.
Pablo atravesaba caminando la plaza distraidamente cuando de repente a un hombre q caminaba con apuro delente suyo se le cayò la billetera q tenìa en el bolsillo de atràs. La rocogiò del suelo, y gritò: "señor". El hombre de unos cuarenta años se dio vuelta, mirò para todos lados hasta q lo mirò:-Se le cayò la billetera. El hombre le respondiò:-Muchas gracias, pibe. En la billetera tenìa la tarjeta del banco y mi documento y pasaporte. Gracias eh, gracias. Y se alejò apresurado.
En cuanto Pablo, se sentò en un banco de la plaza y contemplaba en silencio la plaza. Observò a unos chicos sentados en un cantero con su patineta en el suelo. En una las cuatro esqina de la plaza habìa un policìa. Y disfrutando de la tarde padres primerizos con un bebe y un cochecito. Todo parecìa en calma.
Despuès pensò en la billetera q le devolvò al hombre. Si en el mundo hubiera màs persona como èl, reflexionaba Pablo para si mismo, porqe sabràn q hoy en dìa no te regalan nada,pero èl fue capaz de gritarle y devolverle la billetera. Si fuera otra persona se la hubiese guardado y luego gastarìa el dinero,pero no señor, Pablo es un buen ciudadano. Respondiò como un buen hombre, y mejor creo, ya q cree no solo gritò "señor" (¡y si hubiesen escuchado la voz con la cual gritò en medio de la plaza de seguro me felicitarìan! Bien entonado, buena postura de la voz.) ademàs trotò un metro. Obviamente èl no iba a dejar q se acercara,no, no, còmo iba a dejar q haga eso, èl se acercò y se la dio en la mano. Otra persona de seguro se qeda parado allì para q se acerqe el señor. ¡Si lo hubiesen visto trotar! Recuerda q  algunos pibes de su edad trotan como si estuvieran agarrados del piso, pero no, èl considera q  simpre tuvo estilo para trotar. Desde chico. Creame, pensaba. Uno nace con esa habilidad. Tenès estilo o no tenès. Y yo lo tengo. Tambièn nacès con la habilidad de devolver una billetera. Viene de familia. Desde chico mi mamà me decìa: "Ante todo la honestidad" ¡Pero q tipo honesto q soy! Ah, tampoco me vieron como me agachè a levantar la billetera. Cada uno tiene su tècnica,pero creo q la mìa es la mejor. Tomen nota, de verdad tomen nota  porq despuès le sale mal. Flexionan sus rodillas, tengan cuidado los q tienen algùn problema de cadera, y luego con la mano derecho (si sos zurdo claramente q usaras la mano izqierda) la estiras, antes de llegar a ella, abrìs la palma de la mano y luego cuando ya la tengas la cerras. Tomà mi tècnica q es ùnica y da resultado. No lo sabrè yo.
Despuèa de un rato, Pablo seguìa sentado en soledad en medio de la plaza. Pablo està seguro q le entregaràn el premio al mejor ciudadano del mes o quizàs pueda soñar con el de la paz, porq no cree q haya otra ser humano tan decidida a ayudar al pròjimo, a darle una mano en los momentos difìciles como lo hizo èl esa tarde. No, nadie estarìa dispuesto a hacer lo q hice. Soy ùnico. Es verdad q lo soy. Seguramente creeran q me miento a mì mismo o estoy exagerando. Para nada, no hay exageraciòn en lo q hice. Sepa q soy especial y diferente. Seguramente habrà personas q hayan hecho lo mismo q yo, pero no creo q mejor q yo. Estoy muy seguro. Creame, por favor. Soy ùnico y diferente. No me lea con esa cara. Por què no pensar q soy diferente cuando no todos harìan echo lo q yo hice y la gran mayorìa se llamarìa al silencio. Escuchemè, mi familia siempre me enseño a ser buena persona. No piense q estoy buscando llamar la atenciòn y qerer ser alabado como un dios por lo q hice. ¡Usted no harìa lo q hice yo! ¡Nadie podrìa hacerlo! ¡Soy especial! ¡Soy ùnico! Todos me qieren, todos me adoran... Porq si no es asì el hombre no me hubiese dado las gracias. Pablo se ponìa cada vez más exaltado: acaso creen q soy un ser humano comùn y ordinario. ¡Q qede muy claro q no lo soy! Tengo habilidades ùnicas q me hacen diferentes y superior a los demás. ¡Claro q soy superior! Y no crean q esto sea una manera de encubrir mi mediocridad, mi falta de confianza sobre mi mismo y todo ese discurso psicològico de programa de las cuatro de la madrugada. ¡No! Solamente qiero q reconozcan q hoy actuè como lo hacen los mejores. Y si no lo hacen, ¡no me importa! Tengo la conciencia plena de lo q hice. No estoy qeriendo llamar la atenciòn, no estoy buscando amor,no estoy buscando q me qieran....
Pablo qedò en silencio mirando la nada. Los padres primerizos se iban, los chicos se fueron rodando, y hubo un cambiò de turno de policìa. El solitario Pablo esperò a q alguien lo felicitaria pero nadie habìa visto lo q hizo, nunca nadie lo veìa.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Mi planeta està al revès

Conectado lector, si existe algo realmente difìcil de hacer es vencerse asì mismo, pero de todos modos acà estamos en esta aventura q tiene como nombre vida. Si no leìste el blog anterior, te comento q soy un pibe de san nicolàs de los arroyos, buenos aires, Argentina. Recordè q tenìa un blog y como para mantener la mano caliente (en mi caso los dedos porq escribo en un telèfono) pensè en escribir lo q sienta, lo q me parezaca, sobre mi ciudad, sobre mis sueños y sobre los q no me deja dormir.
Le cuento (dije q lo iba a tratar de usted hasta q tomemos confianza) q tengo el planeta al revès. No solo porq en mi ciudad, como en tantas del mundo, el pobre muere de hambre, el rico muere de comer (como dice Galeano), el culpable disfruta de su libertad, el inocente se pudre en la carcel, los jueces no aplican la ley y la policia nos golpea. Esto es lo normal.
Pero lo mìo es algo cotidiano, mi planeta està al revès porq volvì a tomar la maldita costumbre de volver a dormir de dìa. Quizàs si viviera en Japòn estarìa perfecto,pero en occidente el hecho de dormir de dìa y vivir de noche no es algo q estè aprobado por la mayorìa. Al contrario, seràs etiqetado como un vago, y no importa si estudias y trabajas, porq una persona normal jamàs irá en contra de lo establecido, de lo q no se discute y de lo q no se debe cuestionar porq como nos decìan de chico: "es asì y no se discute màs"
Pero, conectado lector, ellos jamàs conoceràn el extraño misterio q esconde la noche oscura y de luna llena. Jamàs meditaràn sobre las estrellas milenarias q estàn en el infinito universo. No soportarìan ni un segundo la voz interna q aparece en las noche de soledad y q pregunta, y cuestiona, y te habla verdades y destruye las mentiras q durante el dìa creamos sobre nosotros mismos. Durante la soledad de la noche, se cae la careta de cartòn q llevamos sosteniendo con una mano. Se terminan los discursos de chatarra; prefabricados y postmodernistas, q envenan nuestra conciencia y nuestra alma. Qedas desnudos ante el cielo abierto, ante las estrellas q titilan como fuego. Desnudos: sin carne, sin piel, sin arterias, ni mùsculos, sin los pensamientos q te defienden de la realidad. Qedas en esqelete, a puro hueso.
Ademàs, durante las largas noches oscuras, en la ciudad, escuchas el silencio total. Durante el dìa, la podemos encontrar cuando una persona hace un comentario desubicado y aparece el silencio. Cuando ocurre algo innesperado: aparece el silencio. Pero en la ciudad, durante la noche, el silencio tiene doble filo: te golpea y a la vez te acaricia, te grita y a la vez te  escucha, te cuestiona y a la vez te aconseja. Te formula preguntas indescifrable y a la vez te responde aqellas dudas del dìa.
Para terminar, conectado lector, a veces creo q nunca podrè dejar la noche por completo porq siempre termino recayendo ante su misterio. Por tristeza o por alegria, por una cosa o por otra. No recuerdo cuando comenzò este amor. Quizàs en los grandes interrogantes q planteò mi adolescencia y, como una mochila, todavìa la llevo cargada en mi espalda. Quizàs esas preguntas sin resolver, q durante las noches encuentro respuestas pero son en realidad nuevas preguntas, son el combustible de mi motor, es decir, de mi cuerpo. Sin ellas dejarìa de funcionar, de vivir.
Se termina la oscuridad, a lo lejos, entre los grandes edificios de la ciudad, se asoma el sol. Hasta luego, conectado lector, nos vemos en otra noche.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Me acordè q tenìa unBlog

Pensando y pensando recostado en mi cama,sin poder dormirme, recordè q tenìa un blog donde años atras subìa cuentos y poemas y garabatos literarios. Pensè q estarìa bueno q vuelva a escrbir,como para tener la mano caliente (como dijo alguna vez Garcìa Marqez) En mi caso serìan los dedos ya q escribo en un celular pero asì es la tecnologìa .De todos modos, aunque el tiempo pase, los mètodos cambien, la pasiòn por qerer llegar a usted (hasta q entremos confianza lo tratarè de usted) "desocupado lector" es la mismaa!
Mi idea es escribir sobre lo q sienta, piense, sueñe o no me deje dormir. Para nada me detendrè en cuestiones de estilo o de estructura o de sonoridad. No. Escribirè lo q me pase lo q sienta y tratarè de cambiar algo q es muy de mi: es ser inconstante. Tratarè tratarè.
Conectado lector, te cuento q vivo en san nicolàs de los arroyos, Argentina, Buenos Aires, una ciudad de fàbricas y del rìo paranà q la atraviesa. Es una ciudad rara,qizas porq sufre la espansiòn. Se observan màs personas.... Màs personas... Y yo serìa uno màs entre unos cuantos miles......irè contando q pasa por acà.En esta ciudad.