jueves, 28 de noviembre de 2013

Encuentros

Colon tropezó con América.
Los piratas llegaron a Australia.
Neil Armstrong piso la luna
¿Quién encontrara a los humanos?
¿Seremos descubiertos?
¿Seremos conquistados?

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Deseo

I
Deseo saber todo, aunque nunca habrá tiempo suficiente, 
ya que la muerte nos espera a la vuelta de la esquina.
Deseo cambiar las cosas,
aunque las cosas solo cambian
cuando yo cambio.
Deseo ver más allá,
como los hombre del Popol-Vuh
antes de la ceguera obligatoria.
II  
Deseo no dejar de desear,
porque me hundiría en un mar 
de incertidumbre, de desesperación 
y depresión.
Deseo ser tan feliz como la niña que sonríe 
pintando sentada en la vereda,
mientras el padre hace malabares 
en el semáforo.
Deseo que cada día sea mejor,
aunque la bolsa de valores caiga,
la inflación suba, la incertidumbre aparezca,
la oposición se queje, al igual que la clase media,
y los diarios mientan.
III
También deseo que vos estés al lado mio
y me sonrías como siempre,
y me preguntes-¿Que te pasa?- y
me abraces,
aunque no me pasara nada, 
y me beses porque me deseas,
y yo te bese porque te deseo,
y nos besemos porque nos necesitamos.
Entonces deseo más que nunca...
deseo que ese beso nunca termine.

Este es un Blog Argentino!!



Un Peso Menos

Antes de cerrar la puerta de un golpazo, dijo que ya tropezó demasiadas veces con la misma piedra y que jamás volvería a caer, -¡Nunca más me verán pedir por favor!
  Al salir a la calle y caminar dos cuadras hacía el sur, un golpe de viento le hizo dar infinitas vueltas en el aire al igual que un remolino, dejándolo revolcado en el piso. Cuando pudo levantarse, una sensación de vacío le apretaba el pecho. A su alrededor vio pequeñas esferas brillantes y comprendió que eran los sentimientos que se le habían caído.
  Había dos sentimientos que se diferenciaban de los demás por el peso y el color. El orgullo, negro como la mala suerte, costaba levantarlo del suelo; intentó  agarrarlo como si fuera un paquete, pero pesaba como un yunque y no pudo. En cambio, el amor, blanco y puro, flotaba en el aire como una pluma atrapada por el viento; mientras se elevaba la cazó de un manotazo.
  Terminó de recoger los demás sentimientos y en su interior era tanto el alboroto que no sabía qué sentir. Tampoco pudo reconocerse en el reflejo que le daba la vidriera de un local. No sabía quién era. Sólo recordaba de donde venía.
  Al abrir la puerta que alguna vez cerró, una hermosa chica lo recibía con una gran sonrisa. Él, poco entendía pero se sentía más liviano. Se dejó llevar por su oriental mirada:
-Volviste-dice ella.
- Sí- Contesta él.

Disculpen Zurdos

Yo era un niño, no lo sabía.
Yo solo era un espectador más.
Me acomodaban
Sentadito, quietito
Y  solo consumía.
Disculpen, yo no lo sabía.
Era por inercia.
Era contra mi opinión.
Era educado por la televisión.
Yo que sabía que esos dibujos animados
Eran parte del capitalismo dominado por Estados Unidos.
Yo que sabía que ellos eran los malos de la película y se vendían como los buenos.
Yo que sabía que nos imponían la moda hippie, de paz sin guerra y de amor sin sufrimiento.
Yo que sabía que estaba mal que a la edad de doce años conozca más presidente de los Estados Unidos que de mi país.
Yo no lo sabía
Me era ajena esa información.
El Argentino que libero Cuba me putiaría de mi inconsciente capitalismo.
Disculpen, la verdad no lo sabía.
Tampoco sabía que las grandes multinacionales
Viven de los países pobres.
Para que nosotros
Los del tercer mundo.
Como un amargo privilegio
Consumamos todo tipo de tecnología.
Yo que sabía que las guerras no es defender la patria
Sino defender intereses.
Yo solo miraba televisión.
Ella me educo.
Y por eso no la cuestionaba.
Era el cielo y el infierno
Con solo cambiar el canal.  

Pablo Quiroga y el desorden

Pablo Quiroga, al entrar a su casa por la noche, después de un día largo de haber ido de una lado hacia otro de la ciudad, observò que los libros de su cuarto estaban misteriosamente organizados, divididos por temàtica, de tal manera en el suelo que parecían grandes rascacielos. Un libro arriba de otro, torres que llegaban hasta su rodilla dejando largos pasillos q parecían las avenidas de su ciudad. Pablo, pensò -La ciudad de los libros.
Cuando saliò de su casa por la mañana habìa recordado una frase q lo acompañò durante toda la extensa jornada. Ya habìa dicho q cuando apenas llegara iba a buscarla incansablemente porq no lo dejò pensar tranqilo durante todo el sufrido dìa. Quizàs eran palabras importante para su vida, aunque no supiera por qè.
Pero por suerte recordaba la frase q golpeaba su inconsciente como un pàjaro a un àrbol. Èsta decìa q  "Todos los que joden con la objetividad, no quieren ser objetivos, quieren ser objetos, para salvarse del dolor humano" y se encontraba en "El libro de los abrazos" del gran escritor Eduardo Galeano, de manera q solo debìa encontrar el libro.
Al caminar por los espacios q habìa entre las estructuras de cartòn y hojas, recordò a Godzilla caminando entre edificios y las personas corriendo del susto q le provocaba ver al mostruo. Recordò tambièn còmo las calles se destruìan, ya q no soportaban el peso del gigante. Despuès de esto, pensò q cada ser humano tiene su propia forma de organizar sus cosas, pero q èl era muy diferente. Siempre sostuvo con orgullo que en su desorden siempre había un orden, una lógica. De manera q ese tipo de orden no le facilitaba encontrar el libro donde se hallaba la frase q estaba buscando, porque estaba convencido q el desorden es necesario e imprescindible para su vida. Es complejo entenderlo. Pero piense esto esto: si de la oscuridad se hizo la luz, de la tristeza proviene la alegrìa, de una explosiòn luego vino el universo, de la desgracia la buena suerte, no està loco al pensar q del desorden nace un nuevo tipo de orden, porq si de algo estamos seguros en esta vida es q el mundo es muy complejo. Entonces, al mirar las torres de libros a su alrededor, en un acto de profunda liberaciòn, pegò una fuerte patada al edificio de su derecha. Luego con la misma furia que podría haberlo hecho Godzzila, pateò de la mima manera el edificio q estaba delante de èl, que dio un efecto dominó cayendo sobre los demás libros depositados uno arriba de otro y produciendo un ruìdo de hojas arrujadas y de cartòn duro contra el piso; desparramandolos por toda la habitaciòn .
Pablo Quiroga, al ver que el orden se convirtió en un nuevo tipo de orden revolviò los libros hasta dar con uno de ellos.  Al levantarlo, respirò tranqilo porq el mistorioso universo habìa jugado a su favor. Despuès abriò el libro y encontrò la frase que lo persiguiò obsesivamente durante todo el dìa.

Decisión

Durante mucho tiempo decidí no hacer nada. Me dejé llevar por la vida, pluma atrapada en remolino de viento. Dejar de estudiar, no pensar en hacer nada, no tomar decisiones, ni mucho menos responsabilidades. Esperar que algo ocurra y partir desde ahí. No responder a ningún agravio, "que digan lo que quieran" siempre dije. Ni siquiera pensar en trabajar, ya que eso llevaba a hacer algo, tomar responsabilidades, moverse, cosa que no buscaba. Solo esperaba que llegara el fin de semana, tomar suficiente alcohol para apagar la voz dentro de mí, que siempre me cuestionaba. Mientras menos hacía más me cuestionaba. Era un pájaro carpintero que picaba en mi cabeza con el fin de traspasar la madera, llegar a la conciencia. Cada tanto cuando la voz dentro de mí se hacía más agúdo, más potente, prendía un cigarrillo de marihuana y me dejaba deslizar por el hilo de humo espeso que entraba por mi boca y la voz callaba. O también, un exceso de razonamiento que me llevaba a cansarme de tantos pensamiento juntos, que la voz dentro mío quedaba aplacada, tiesa, en un rincón de mi cerebro: esto ocurría en una noche tomando cocaína.
Hasta que un día bajaron mis defensas, la voz dentro de mí se hizo fuerte y comenzó a hablar en tono de reproche:
- ¡No te das cuenta! Te haces el inteligente, te haces el “vivo”. La respuesta está enfrente de tus ojos. Tomar la postura de no hacer nada es hacer algo. Cuando pensamos estamos decidiendo, siempre tomamos decisiones, ¡hasta cuando decidimos hacer nada!
Despues de escucharla intento recapacitar. Pongo mis manos en mis bolsillos, saco una bolsita de plástico, la miro y pienso. Pocas veces pude decir que no, y ese momento...no fue una de las pocas veces que dije no. El exceso de pensamiento apareció, la voz calló.

Introducción a "Vagando Entre Libros"

La advertencia primordial para poder adentrarse a los libros, es tener la certeza que entre sus manos hay un libro. Después de verificado lo anteriormente advertido, es importante descalzarse de todo juicio de valor, como los orientales al entrar a una casa, ya que se tienen que dejar llevar por historias en donde ningún personaje es del todo bueno, y ningún personaje es del todo malo: solo existen en su realidad. Es por eso, que por un ratito, vagamos liviano entre los caminos de cada libro, sin el peso de nuestra historia, sin el peso del trabajo o del estudio.