domingo, 1 de enero de 2017

Pablo Quiroga y el primer obstàculo del año

Pablo Quiroga, se despertò por la mañana del primero de diciembre con un fuerte dolor de estòmago. Es q despuès de estos dìas de fiesta no existe higado q aguante a tanta ingesta exagerada de comida. De todos modos, es principio de año y no le servìa de nada comenzar quejàndose de algo q se solucionarà con el pasar de las horas. Ademàs la mañana se encontraba agradable porq la tormenta q los mandò indirectamente a dormir, mientras estaban tomando un trago de cerveza bajo las estrellas, aliviò a  la ciudad de tan agobiante e intenso calor, llevando a dormir a todos los habitantes con una gran serenidad y con la conciencia plena que habìa sido una buena noche.
(Recuerda Pablo q su familia  se vio amenazada por la tormenta desde muy temprano pero cayò tiempo despuès, ya casi al amanecer. Aunque en realidad por culpa de la nublosidad y la lluvia q caì del cielo a grandes litros, creando una cortina de agua, no se pudo ver la salida del sol.)
Ya en su casa, Pablo escrutò por la ventana y observò q los àrboles estaban de un verde resplandeciente, seguramente porq despuès de q la llovisna intensa cayera, recuperaron un poco la vida. Por otro lado, observò màs allà grandes charcos de agua estancada q debìa saltar cuando saliera de su casa.
Una vez listo, Pablo abriò la puerta de su casa pensando en muchas cosas q tiene q hacer en este nuevo año q comienza. Caminò unos pasos hacia delante y saltò un charco, luego unos pasos màs, esquivò otro, despuès màs pasos, y rodeò aquel. Hasta q tuvo la mala fortuna de mirar a lo lejos, allà en el horizonte, donde muchas veces se encuentran los pensamientos màs profundos, lo q lo hizo no mirar hacia abajo, es decir, los pasos cortos q estaba haciendo. De pronto, sintiò còmo su piè derecho se hundìa poco a poco en un lugar donde se habìa concentrado mucha agua y se habìa hecho un cìrculo de barro.
De manera q poco a poco su piè comenzaba a hundirse e innexplicablemente recordò q iba a ser un año muy difìcil. Intentò lentamente levantar su pie derecho pero se hundiò un poco màs. Empezaba desaparecer su zapatilla y se desesperò porq no vaya a ser cosa q se hunda por completo en el barro como si fuera arena movedisa y no pueda salir nunca màs en su vida. Aunqe pensò q era imposible q eso ocurriera ya q no existe historia en el mundo menos creìble q esa. De manera q resolviò apoyar su otro piè en el barro para tener mayor estabilidad y sacar asì su piè derecho. Pero no funcionò. Al ponerlo, inmendiatamente sus zapatillas dejaron de visualizarse por completo. En ese preciso momento, entrò en pànico, pues no era un historia inverosìmil. Estaba ocurriendo delante de sus ojos.
Por lo tanto, se convenciò por completo q si no hacìa algo iba a ser tragado por el barro. Aunque no iba a rendirse fàcilmente, y mucho menos cuando recien comenzaba un año nuevo y debìa estar preparado para los pròximos trecientos sesenta y cuatro dìas.
De modo q otra vez por innercia intentò llevar sus rodillas lo màs alto q pudo para poder salir de allì. Pero otra vez se hundiò un poco màs en el barro movediso hasta la altura de sus rodillas.
Ahora perdiò toda la esperanza q tenìa, comenzò a maldecir muy enojado contra la fortuna, el destino y el mismiìsimo Dios q lo miraba desde el cielo y reìa a grandes cargadas de su desgracia porq era Él q la habìa tramado la trampa con gran astucia para q no pueda alcanzar ninguna meta en este nuevo año q comienza. Para q sepa el lugar q tiene Pablo en la vida, el barro, como sinònimos de un lugar al q pertenece y al q  jamàs debe intentar salir.
Pablo lloraba a grandes alaridos pensando q no habìa nada q pueda hacer para salir de allì. Mientras su làgrimas caìan como el rìo de una cascada, y largaba alarìdos desgaradores como cuando era un niño y no le gustaba el regalo q le habìan hecho. El barro ya lo tapaba hasta el pecho. Làgrimas, làgrimas y làgrimas caìan sobre el barro q poco a poco lo estaba tapando. Ya estaba resignado, sabìa q iba a ser un año difìcil pero nunca pensò q en el primer obstàculo todo su esperanza se viera hundida sin poder hacer nada para impedirlo.
Pablo ya sentìa el agrio y arenoso gusto del barro en la boca. Cerrò sus ojos a esperar con serenidad el destino al cual no pudo escapar. De pronto, sintiò que una mano toma su mano y empuja hacia arriba mientras sigue con los ojos cerrados. Pablo no qiere ver qien es la mano amiga q estrecha la suya y lo saca de allì salvàndolo de ese triste final al cual estaba destinado. Seguìa sin abrir los ojos pero piensa q poco importa de qien recibiò la ayuda q esperaba. Se dejò llevar lentamente de la misma manera q lo habìa hecho cuando el barro lo tapaba. Una vez q estuvo fuera del barro abriò los ojos maravillado de tan extraña experiencia. Aunqe nunca se sepa quièn fue la mano amiga qien ayudò al pobre de Pablo. Pero ¿importa realmente?
Por ùltimo, comprendiò q este barro era una prueba, de las muchas q tendrà en el año,  donde nunca tendrà q perder la esperanza, aunque todo estè perdido.

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