Al salir a la calle y caminar
dos cuadras hacía el sur, un golpe de viento le hizo dar infinitas vueltas en
el aire al igual que un remolino, dejándolo revolcado en el piso. Cuando pudo
levantarse, una sensación de vacío le apretaba el pecho. A su alrededor vio
pequeñas esferas brillantes y comprendió que eran los sentimientos que se le
habían caído.
Había dos sentimientos que
se diferenciaban de los demás por el peso y el color. El orgullo, negro como la
mala suerte, costaba levantarlo del suelo; intentó agarrarlo como si fuera un paquete, pero pesaba
como un yunque y no pudo. En cambio, el amor, blanco y puro, flotaba en el aire
como una pluma atrapada por el viento; mientras se elevaba la cazó de un
manotazo.
Terminó de recoger los demás
sentimientos y en su interior era tanto el alboroto que no sabía qué sentir.
Tampoco pudo reconocerse en el reflejo que le daba la vidriera de un local. No
sabía quién era. Sólo recordaba de donde venía.
Al abrir la puerta que
alguna vez cerró, una hermosa chica lo recibía con una gran sonrisa. Él, poco
entendía pero se sentía más liviano. Se dejó llevar por su oriental mirada:
-Volviste-dice ella.
- Sí- Contesta él.
<3
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