miércoles, 27 de noviembre de 2013

Un Peso Menos

Antes de cerrar la puerta de un golpazo, dijo que ya tropezó demasiadas veces con la misma piedra y que jamás volvería a caer, -¡Nunca más me verán pedir por favor!
  Al salir a la calle y caminar dos cuadras hacía el sur, un golpe de viento le hizo dar infinitas vueltas en el aire al igual que un remolino, dejándolo revolcado en el piso. Cuando pudo levantarse, una sensación de vacío le apretaba el pecho. A su alrededor vio pequeñas esferas brillantes y comprendió que eran los sentimientos que se le habían caído.
  Había dos sentimientos que se diferenciaban de los demás por el peso y el color. El orgullo, negro como la mala suerte, costaba levantarlo del suelo; intentó  agarrarlo como si fuera un paquete, pero pesaba como un yunque y no pudo. En cambio, el amor, blanco y puro, flotaba en el aire como una pluma atrapada por el viento; mientras se elevaba la cazó de un manotazo.
  Terminó de recoger los demás sentimientos y en su interior era tanto el alboroto que no sabía qué sentir. Tampoco pudo reconocerse en el reflejo que le daba la vidriera de un local. No sabía quién era. Sólo recordaba de donde venía.
  Al abrir la puerta que alguna vez cerró, una hermosa chica lo recibía con una gran sonrisa. Él, poco entendía pero se sentía más liviano. Se dejó llevar por su oriental mirada:
-Volviste-dice ella.
- Sí- Contesta él.

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