sábado, 14 de agosto de 2021

Pasando en limpio: diario personal

Pasando en limpio
Es otro día más en el planeta que convive con el coronavirus. Es otro día más en el que Octi no está con nosotros.

Me levanté de golpe de la cama. Fui a la cocina y vi que la puerta estaba cerrada con traba. Nunca cierro con traba a la siesta. Me asusté y caminé para atrás. Estoy yo solo así que es imposible que sea otra persona que yo. Esto no es un cuento de misterio y tampoco de terror. Fui yo el que hizo eso. Lo único que demuestra la puerta trabada es mi estado de psíquico. Estoy haciendo cosas maquinalmente, sin pensar, y después no me doy cuenta que lo hice yo. Y lo peor es que me sorprender y me digo “¿yo hice/dije/ eso?” Son días.
Cualquier observador astuto podría decir que la pandemia ya terminó. De la misma manera que hablé de la paciencia la semana pasada puedo decir que si no soy el único que piensa en eso debe haber dos o tres más. La calle está explotada de gente y las plazas también. Las noches se escuchan muchos ruidos. No digo que esté mal lo que quiero decir que de la misma manera que era una exageración el año pasado cerrar todo como se hizo es también una exageración abrir todo como si nada hubiese pasado de golpe. De la misma manera que creo que fue un error de la cuarentena del año pasado es también un error la apertura de esta forma. No sé. Algo me hace ruido. Debe ser el aprovechamiento político más que nada. 
Cambié la organización del día. Hice ejercicio por la mañana en vez de la tarde como venía haciendo y siento que me duermo. Creo que si me dejo llevar por un rato me duermo enseguida. Sin dar vueltas y sin estar con el teléfono o pensar cosas que a nadie le importa y que mi mente piense por mí mismo. Es decir, tener insomnio.
Ayer a la tarde medité. Puse el teléfono en la aplicación para respirar y dejé que mis pensamientos fluyan por sí solos. A la vez, escuchaba todo a mí alrededor. Al frente de mi casa hay un kiosco y se escuchaba la conversación entre cliente y empleado. Eran las conversaciones típicas “que te dio” Quiero esto/aquello”. Los autos pasaban por las piedras de la calle dejando polvo levantado, olor a aceite y nafta, y el ruido del motor alejándose. De la misma manera pasaba con las moto aunque un ruido más leve. También podía escuchar las ruedas de las bicicletas andando arriba de las piedras. El vecino había puesto cumbia y se escuchaban como hablaban por encima del volumen de la música. Era un día como todos los demás desde hace un año que vivo acá. Lo diferente era mi pensamiento en cuanto todo eso. No sentía rechazo sino más bien aburrimientos. Después veía como pasaban por mi mente el pensamiento. No dejaba que los pensamientos me tomen, sino que siguieran su camino. Tampoco los etiquetaba, sino que sigan su camino. Fue solo un rato, pero lo suficiente como para levantarme un poco mejor. Lo debería hacer más seguido. 

Hace unos días venía leyendo unas frases sobre la modestia o la humildad. Y lo estaba relacionando con las personas que conozco, me incluyo, que estamos por terminar algo, sea un trabajo, una carrera, arreglar algo o cualquier cosa que se considere un proyecto, y no podemos dar el paso para terminarlo. Me gusta la frase que estaba leyendo porque habla sobre como la duda puede paralizar o lazarte hacia el objetivo. En la frase se comente que hoy en día la duda obliga al hombre moderno a detenerse del todo. Y no es así, sino que la duda debería ser el lugar de apoyo para reflexionar, pensar, razonar, para luego lazarse hacia el objetivo. La modestia como el momento de pensar “¿hice algo mal? ¿Cómo puedo mejorar?”. Está bien pensar eso. Lo que está mal es pensar “nunca lo voy a poder lograr. Nunca voy a aprender –algo-”. Interesante.

Escuchando hablar sobre la salud mental a Iñijo Errejón me dispararon varios reflexiones que iré deshilachando a la largo de la semana o del mes. Hablaba sobre cómo las personas estamos saturadas, pero quiero frenar en algo periférico. Hablaba de cómo los millenials, los de 30 a 40 años muestran en las redes que hacen mil cosas: fotógrafos, teatro, música, stand up, escribe en un blog y varias cosas más. Todo esto se muestra en las redes, pero comenta de una ejemplo de cómo se hace mucho, se produce mucho, pero se vive en habitaciones o casas muy pequeñas como si fuera adolescentes. Comenta que en algún momento explotan y caen en depresiones, o ansiedades, o cualquier otro problema psíquicos. Hablo de esto porque comenta que la persona se cuestiona así mismo en vez de cuestionar al sistema, a la sociedad, que poco a poco lo empuja a empleos precarios, sueldos de hambre y hacia la marginalidad.
No es la primera vez que hablo sobre la salud mental. Y casi, me digo a mí mismo que “van a pensar que está re loco” esta visión es propia también de la crianza. Donde se habla sobre la salud mental y como dice un locutor de radio por ahí “yo me quiero deconstruir, pero existen cosas que me la metieron en el cerebro cuando tenía cinco años” ¿y cómo luchar en contra de ese adoctrinamiento pasivo? No quiero exagerar. Pero existen esos pensamientos de un tío, primos, amigos, que dirá “no seas maricón. En mis tiempo para sacarnos la ansiedad íbamos a cavar pozos” De todos, modos yo también caigo en este “pensamiento de tiburón”. Es decir, de pensar que uno puede todo, solo o acompañado, contra todos. Y no es así. Y termino acá esta reflexión por miedo a ser redundante porque como ya dije no me gusta corregir. 
Como dije, son esos días. Termino llegando tranquilamente a mi objetivo de las mil palabras. Que tengan un buen día, noche o tarde.

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