miércoles, 18 de agosto de 2021

Pasando en limpio: diario personal

Pasando en limpio
Es otro día más en el planeta que convive con el coronavirus (¿se terminó la pandemia?). Es otro día más en el que Octi no está con nosotros. 
Es increíble que en nuestras vidas la tragedia no se termina. Betu se fue a trabajar. Yo me quedé en la cama y en cualquier momento me levantaba..
Antes de irse escuchaba que betu prendía la moto. Mientras echaba a unos perros que estaba en la vereda. No se fueron. Entró al gato. 
La perra, Joja, entró y salió varias veces. Yo seguía en lo mío intentando concentrarme en algo que sea placentero  y no pensar en que dentro de un rato tenía que trabajar y en el dolor que atravieso desde hace más de un año. 
Escuché que golpearon la puerta. Después tocaron el timbre, salió el papá de betu. La señora que golpeó dijo que la joja estaba en la zanja. Que la perra estaba muerta en la zanja. El papá de betu repitió “¡muerta!”. Dos perros pitbull la atacaron, la mordieron y no resistió.  Cuando escuché eso me acerqué a la ventana. Abrí los ojos, tapé con mi mano la boca. Quedé shockeado. No lo podía creer. Rápidamente pensé que como podía ser. Ahora debía contárselo a betu. Sabía que tenía que darle malas noticas. Era la segunda vez en menos de un año. La primera vez fue a finales de noviembre del año pasado. No voy contar sobre esa vez. 
Fui a la casa del papá de betu. Primero miré por la ventana que da a la casa de ellos. La puerta estaba entre abierta. Golpee y entré. El papá se estaba secando las lágrimas. Le dijo que escuché cuando vino al señora a avisar. Me dijo que esa vieja de mierda tenía que avisar antes no cuando estaba muerta ya. Seguía pensando en como darle la noticia a betu. 
Tenía que ir a trabajar. Todavía no podía creer que había pasado eso. ¿Cómo no escuché eso la puta madre? Fue todo muy rápido. Yo la escuché ladrar pero antes de que betu se vaya a trabajar. ¿Cómo se lo iba a decir a betu? Me fui a trabajar. Estaba en cualquier nube, menos en el trabajo. Por suerte los chicos se portaron bien, me escucharon, trabajaron, leyeron, volví del trabajo a casa. Me senté e intentaba procesar todo. No podía creerlo. Miré la hora y eran las doce. Betu iba a volver a las dos de la tarde. Miré la hora de nueva y eran la una. Estuve una hora mirando el suelo pensando por qué nos tiene que pasar una tras otra sin poder recuperarnos. ¿Cómo puede haber muerto de esa manera tan triste, trágica, injusta? Sí, ya lo sé, las cosas pasan aunque nosotros no queramos que pasen. 
Llegó, entró la moto y me saludó. Le conté que había puesto un pollo al horno y unos choris. Primero le dije que se siente que tenemos que hablar. “¿¡Qué pas0ó!?” Entre graciosa y seria. Luego de un rato cuando se dio cuenta que no estaba jodiendo repitió “¡ay, no! ¿¡qué pasó!? 
Un grito profundo y desgarrado salió de ella. La abracé y erra lloraba. Recién ahí pude llorar. No la íbamos a ver más a la joja. Nos acompañó en todo nuestro proceso de tragedia. La cuidamos cuando se puso mal, le cocinábamos, dormía a la noche en nuestra casa, y a la mañana saltaba a la cama para que le abramos la puerta. Largaba un aullido cuando tenía hambre. Se la pasaba ladrando a cualquiera perro o gato que pasara por la vereda o la vereda de enfrente, pero cuando salía no hacía nada.  Era muy buena. Muy compañera. 
Betu salió a la calle llorando y caminando. No hay cosa peor que llorar con un ronquido profundo y ahogante. Escuchar eso es el dolor más profundo de todos.  Fuimos a preguntar de quien eran los perros. No lo encontramos. A la tarde fue con los padres a la casa de los dueños del perro. Estaba ahí cuando golpearon. Betu me dijo que el dueño se excusaba diciendo que también los perros le había matado una gata. Entonces cómo podés tener esos perros acá, nadie va a tener perros o gato porque los van a matar tus perros. Te lo pago, decía el tipo. Como me lo vas a pagar, era una perra que tenía hace diez años, no era una perra de raza, no la tenía para hacer facha, para alardear. El tipo era un pelotudo bárbaro. Al menos betu se pudo desahogar. Fue un día muy triste. Muy cansador. 
Después semejante golpe nos queda las reflexiones. No las quiero, no quiero nada la verdad, pero pasan. Vienen solas. Betu pensaba que es increíble que se pueda perder siempre un poco más. Parecía que las cosas estaban bien, pero no. Nos siguen pasando cosas por las cuál sufrir mucho. ¿Algo más nos puede pasar? ¿Sabés qué es lo peor? Lo peor es que sí. Nos puede seguir pasando cosas malas. Todas las cosas que todavía nos falta perder. 
Aún así, seguimos adelante. 

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